Apocalypse Now Redux
Hace muchos años, cuando era muy pequeño, vi esta película por la TV, sí, fue hace muchos años, más o menos cuando por la TV pública ponían películas interesantes y no Ana y los Siete... En aquellos años me dio miedo. Solían darme miedo todas las películas sobre la guerra del Vietnam, ya que los americanos, traumatizados por la única guerra que han perdido (aunque esto no lo sabría hasta años más tarde), se esforzaban por hacernos ver que los vietnamitas (los charlies) eran muy malos y peligrosos y les ganaban a pesar de que ellos eran tan buenos y tal. Bueno, me estoy liando... tras muchos años he redescubierto esta película.
La cosa es que la volví a ver este fin de semana. En su versión Redux (que no tengo mucha idea de en qué se diferencia de la versión original, savlo que es más larga y profundiza algo más en la trama), la película me ha gustado. Curiosamente, mientras la iba viendo, iba recordando siempre el relato de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas y resulta que he leído que Francis Ford Coppola se basó en este libro para hacer el guión de la película, tomando la idea de un viaje por la selva que funciona como un viaje a la total locura. No hay más que ver los comportamientos de los jóvenes reclutas que acompañan al protagonista, el capitán Willard (Martin Sheen) a lo largo de la película, especialmente en el surfista, para comprobar los efectos de la guerra en los soldados. Lo mismo para esa especie de paraíso que se ha montado el coronel Kurtz (Marlon Brando) en medio de la selva, en el que la locura es, básicamente la ley imperante.
Apocalypse Now Redux
Lo que más me ha atraído de la película, además de los efectos especiales, la interpretación de los actores (entre los que me ha sorprendido descubrir a un jovencísimo Laurence Fishburne, el Morfeo de The Matrix), la fotografía y la excelente banda sonora, ha sido la ambigüedad de los personajes. No está muy claro quién está más cuerdo, si Willard o Kurtz; tampoco está claro si Willard acaba admirando a Kurtz por ser capaz de llevar a cabo lo que él quiere o si le odia por este mismo motivo; tampoco está claro adónde le llevará el viaje que emprende en el último segundo de la película. Los militares franceses que se empeñan en resistir en sus tierras pase lo que pase, las conejitas de Play Boy traumatizadas, el siempre inminente peligro de los ataques del Viet Cong, el fotógrafo delirante, el militar que ponía a Wagner mientras bombardeaba pueblos...
Coppola supo transmitir con esta película el sentido real de la guerra, que esconde con mentiras una gran verdad: que ni nada ni nadie sale victorioso de ella si ha intervenido directamente. La verdadera visión de la guerra nos la transmite Willard, que parece un espectador de la guerra y no un participante, aunque al final se deja llevar por la locura que le rodea y abandona el bote (que había dicho que no había que abandonar jamás, es el único refugio posible) y se enfrenta a la realidad, a la verdad que Kurtz simboliza.
Una película muy redonda, interesante, que medita sobre la cultura americana (escalofriamente cercana a pesar de que hace más de 25 años que se estrenó) y sobre la guerra como elemento de engaño y perdición.