Harry Potter y la Orden del Fénix
Debo reconocer que cuando empecé a leer Harry Potter y la Piedra Filosofal lo hice sin muchas ganas y con muy pocas expectativas. Sin embargo, ese primer libro me convenció muchísimo, hasta el punto de que, poco después, me leí el siguiente libro y he continuado con los demás durante aproximadamente dos años. Y es la primera vez que un libro de Harry Potter no me deja completamente satisfecho.
J. K. Rowling mantiene la estructura de todos y cada uno de los libros anteriores y, al empezar, vemos cómo Harry se aburre en casa de sus tíos y se pasa el día de morros porque no recibe noticias de ninguno de sus amigos pese a que creía que, tras haber desvelado al mundo mágico que Voldemort había vuelto al final del Cáliz de Fuego, estarían constantemente poniéndole al día de las consecuencias. Tras sufrir el ataque de dos dementores muy cerca de la casa de sus tíos, Harry es llevado al cuartel general de la Orden del Fénix, liderada por Dumbledore y con los Weasley, Sirious Black y otros viejos conocidos como agentes. Un juicio en el Ministerio por usar la magia en presencia de muggles, una nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, El Profeta anunciando que Harry está loco, el Ministerio de la Magia negando el retorno de Voldemort, los profesores de Hogwarts puestos a prueba por la nueva Inquisidora, Harry, Hermione y Ron organizando a sus compañeros en un ejército con el que enfrentarse a Voldemort y sus mortífagos, gigantes, embrujos y contraembrujos, exámenes, sueños proféticos, Dumbledore expulsado de Hogwarts...
El libro promete mucho, pero el final es decepcionante. Fui capaz de tragarme casi de un tirón más de 800 páginas, pero cuando llegué a la parte que más prometía -el enfrentamiento entre el Ejército de Dumbledore contra los mortífagos y Voldemort- lo cierto es que me dejó bastante frío. Yo me imaginaba a Hogwarts asediada por Dementores y el E.D. defendiendo a sus compañeros, a Dolores Umbridge palmándola (llegué a odiar al personaje, Rowling supo cómo hacerlo) y, sobre todo, un enfrentamiento mucho más interesante entre Dumbledore y Voldemort. Ni siquiera la muerte de ese personaje me pareció ni emotiva ni trascendente. Eso sí, la autora nos regala un final lleno de revelaciones que por fin aclaran muchas cosas, como la profecía sobre el igual a Voldemort, por qué Harry debe volver a casa de sus tíos cada verano, por qué Dumbledore prefirió que Harry se quedara con sus tíos muggles y no en el mundo mágico (para darle "humildad" y no se convirtiera en un "príncipe mimado").
Por tanto, el conjunto está bien, aunque la parte más "emocionante" no se pareciera a lo que yo esperaba, aunque, por lo que sé, algo así tendrá lugar en el sexto libro, Harry Potter y el Príncipe Mestizo. A ver cuándo me lo leo ^_^
