Bandits
O de cómo 4 tipos bastante cafres consiguen ser los ladrones más buscados de los EEUU, los más famosos y los que más suerte tienen. Terry Collins (Billy-Bob Thornton) y Joe Blake (Bruce Willis) escapan de la cárcel y deciden realizar su máximo sueño: un hotel de todo lujo en México. Para ello siguen un método habitual: roban bancos, eso sí, con la particularidad de que, antes, han pasado la noche en la casa del director de la sucursal, han cenado con él, han jugado con sus hijos, han intercambiado recetas de cocina con sus esposas y hasta han tenido que salvarle la vida a alguno de ellos. En esta labor, cuentan con la ayuda del primo de Joe y de Kate Wheeler (Cate Blanchett), una mujer a la que Terry usa para llegar hasta su base y que, harta de su vida tan monótona, acaba siendo la cuarta miembro del grupo.
Lo más interesante de estos personajes es el contraste de personalidades que muestran. Joe es más frío y cínico, más pausado y con una forma de vida más arriesgada. Terry es un neurótico hipocondríaco manipulable, lo cual no quita que sea el cerebro del grupo y el que organice los robos más arriesgados. Kate es una ama de casa deprimida, ávida de emociones y fan de Bonnie Tyler (lo que da a la BSO momentos memorables) que acaba siendo el vértice de un triángulo amoroso que, al final de la película, simbolizará la libertad en su mayor expresión, ya que nos deja claro que no siempre hay que elegir para saber que tienes lo más correcto y, sobre todo, lo que realmente te hará bien.
El film tiene sus momentos, como la presentación de los tres protagonistas, algunas secuencias bastante interesantes (como la del "tumor cerebral de Terry") y una secuencia final muy completa y sorprendente, aunque hay momentos en que el ritmo se ralentiza demasiado. En líneas generales, destacaría algunos momentos de humor, los pasos iniciales de los ladrones, las consecuencias que tiene en sus robos el hecho de ser los tipos más famosos del momento (fans incluidos) y esos últimos 15 minutos, en los que logran desconcertarnos hasta casi el mismísimo final.
Además, la película se convierte en algo más que una historia de ladrones (eso es sólo el marco para plasmar más ideas), se transmuta en la búsqueda de un sueño, el anhelo de libertad y, sobre todo, la búsqueda de la compañía perfecta, mensaje que nos deja bien claro que no existen las medias naranjas. A veces hay más de una y no debemos ni tenemos por qué escoger entre todas ellas.